El diario ruso Pravda, recoge una interesante noticia que podría tener relación con los acontecimientos que están teniendo lugar en Siria desde hace ya varios meses. Parece que la resistencia del Presidente sirio ante las presiones internacionales es mucho más fuerte de lo que cabría esperar en un principio, dado que a pesar de haber perdido algunos de sus aliados más cercanos, aun conserva entre sus “amigos” a dos de las grandes potencias mundiales, como son China y Rusia.
Es de sobra conocido que Rusia no pertenece al grupo de países que apoyó abiertamente la intervención en Libia y era de prever que no sería diferente en el caso de Siria. Junto con China, es el principal obstáculo en el Consejo de Seguridad para que una resolución de la ONU abra el camino hacia cualquier clase de medida coercitiva contra Siria a través el Capitulo VII de la Carta de las Naciones Unidas.
Pese a que en principio se trata de un asunto interno Sirio, al igual que en el caso de Libia, la ONU está facultada para intervenir si lo considera susceptible de ser una amenaza para la paz y la seguridad internacionales.
Tras el fracaso de la Liga Árabe en su intento por detener el conflicto, Estados Unidos, a la espera de la decisión del Consejo de Seguridad, envió su flota del Mediterráneo a la zona de Siria.
Ahora son los rusos lo que mueven ficha, a pesar de que fuentes de la Armada rusa aseguran que se trata únicamente de unas maniobras que estaban ya programadas desde 2010, lo que es absolutamente cierto. Sin embargo, lo cierto es que en enero de 2012, Rusia tendrá situada en aguas de Siria su Flota del Mar Negro, cuyo buque insignia es el portaviones Almirante Kuznetsov, muy similar al adquirido y modernizado recientemente por China.
La flota rusa se instalará en su base de Siria, muy cerca de Tartus. Pesa a que estas maniobras ya estaban programadas, es evidente que tras ellas se oculta la legitima defensa rusa de sus intereses, ya que dicha base en el Mediterráneo resulta de gran importancia estratégica para un país que carece de salida natural a este importante enclave. 
No podemos olvidar que buena parte de la historia de Rusia ha girado entorno a obtener dicha salida, en nombre la cual ha intervenido o no en un buen numero de conflictos. Es evidente que mantener la base mediterránea de Tartus es una necesidad operativa y estratégica de la Flota y de Rusia. Una acción internacional en Siria podría poner en peligro esta realidad, así como los importantes intercambios comerciales, no siempre de materiales pacíficos, que mantiene Rusia con Siria. Cabe destacar que Siria es uno de los principales clientes de la industria armamentística rusa en la región, razón que se suma a las anteriores para evitar una intervención que pueda dar al traste con tan lucrativo negocio, tal como podría haber pasado en el caso Libio.
Fuentes provenientes de la Armada rusa, citadas por Pravda, aseguran que la llegada de los buques a la región será de utilidad a la hora de “Prevenir un conflicto militar”. En este mismo sentido afirman su deseo de que no se produzca ningún tipo de intervención por parte de la comunidad internacional en Siria. Evidentemente del mimo modo expresan que la presencia de su flota no será utilizada en modo alguno para influir en la situación interna del país. En palabras del portavoz de la Armada rusa: “la decisión de enviar los buques rusos a Tartus no debe verse como una reacción frente a lo que está ocurriendo en Siria”.
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